La degradación elegante

El desgaste humano, escondido en los pequeños detalles.

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En una de mis búsquedas habituales de ideas y conocimientos curiosos fui a dar con un concepto muy interesante. Lo primero que me llamó la atención fue la belleza en la unión de dos términos aparentemente incompatibles. Lo segundo fue la aplicación de un concepto casi poético en un área como la ingeniería.

Me refiero al concepto de la Degradación elegante (Elegant degradation). Es un término que se usa especialmente en el ámbito de la ingeniería para referirse a lo que le ocurre a un mecanismo que está sujeto a un estrés constante, a un desgaste que, independientemente de su intensidad, es repetitivo. La particularidad de este fenómeno es que el mecanismo mantiene intacta su apariencia externa, aunque internamente se deteriora de forma progresiva. Llegado un punto, incapaz de soportar el estrés, se rompe de manera inmediata y sin previo aviso.

El deterioro no es perceptible, desde fuera parece que todo marcha correctamente. Pensaba en lo bueno que sería que ese deterioro fuera evidente, de manera que se pudiera detectar el daño y repararlo antes de llegar a la rotura irremediable.

Pero pensaba, sobre todo, en la degradación elegante que he visto en demasiadas personas de mi alrededor a lo largo de los años. Personas motivadas y entregadas a su trabajo, aparentemente intactas. Presionadas, saturadas, pero intactas. Al menos en apariencia, porque un día su maquinaria dice que se acabó. Y colapsan, cada cual a su manera.

Visto de este modo, de elegancia tiene poco.

Desde luego, en una organización es estéticamente más agradable que no se vea el desgaste porque crea mala imagen, o incluso puede crear precedentes. En algunos entornos profesionales, mostrar ese desgaste personal dentro del equipo puede ser incluso un signo de debilidad o de no estar a la altura, como ser un reloj Casio entre un expositor de Rolex (aunque esos Rolex tampoco tengan la maquinaria de calidad que aparentan tener).

¿Qué pueden hacer o qué hacen las compañías para evitar la degradación elegante de sus trabajadores? ¿Cuidan la buena organización, el clima de trabajo, la comunicación? ¿Se preocupan por sus expectativas y sus roles? ¿Miden bien las cargas de trabajo y las responsabilidades? Es triste pensar que algunas empresas consideren más práctico (y rentable) que las personas lleguen al estado de «Fallo Funcional» (Functional Failure) y reemplazarlas, que cuidarlas y «mantenerlas en buen estado». O, simplemente, no lo piensan porque no reparan en su importancia. No sabría decir qué es peor.

Por otro lado, siguiendo la metáfora ingenieril, ¿prestamos suficiente atención al estado interno de nuestros propios mecanismos? ¿Somos conscientes de aquello que los desgasta? El estrés sutil y constante a través de pequeños detalles es especialmente peligroso, y hay que prestarle atención antes de que sea irreparable.

Sea como fuere, hay una cosa clara: nadie va a cuidar nuestra maquinaria mejor que uno mismo, porque somos las personas que mejor conocemos los engranajes que nos mueven.

Cualquier pregunta, comentario o idea que tengas es más que bienvenida, y si no eres de conversación pública, escríbeme a aloha@tuelfworks.com directamente y charlamos de lo que nos apetezca, quién sabe si no saldrá una buena idea de ahí.

Apuntarte a la gaceta Superfluor también es una buena opción.


IMAGEN DE PORTADA: A man wearing magnifying glass carefully works on a watch (1940). Åhlen & Åkerlund.

 
 
 
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