La baraja de las fugas

La libertad, camuflada en una carta.

 
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Durante la Segunda Guerra Mundial, la USPCC (United States Playing Card Company) colaboró con las agencias de inteligencia americana y británica en desarrollar una baraja de cartas muy especial. Conocida como la «baraja de mapas», fue diseñada para ayudar a los aliados capturados a escapar de los campos de prisioneros alemanes.

Los prisioneros de guerra tenían derecho a recibir paquetes con alimentos y correo a través de la Cruz Roja, siempre que no contuvieran material prohibido, como armas o herramientas para fugarse. Por supuesto, los aliados aprovecharon este medio para introducir estas barajas especiales en los campos de prisioneros.

Las cartas contenían en su capa interior mapas con rutas de escape trazadas, así como información valiosa: horarios de trenes, puntos de interés, distancias. Una vez empapadas las cartas en agua, los mapas podían ser extraídos y utilizados en planes de fuga, facilitando a los prisioneros atravesar el territorio enemigo hacia zonas aliadas.

Estos mapas suponían una violación de la Convención de Ginebra, por lo que el proyecto se mantuvo en secreto, incluso años después del fin de la guerra. Se desconoce cuántas barajas se fabricaron o cuántas han sobrevivido, pero sí existen informes sobre su utilidad en una fuga masiva de 32 personas en el castillo de Colditz, así como en otros 316 intentos de fuga.


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