Un lugar en el mundo

Pasar a la siguiente viñeta de tu vida.

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Inicialmente, este artículo estaba destinado a ser uno solo, con ideas sobre cómo construir un equipo de Narrative UX. Conforme fui escribiendo surgieron dos enfoques complementarios, uno más personal y otro más profesional, lo suficientemente diferentes para que vivieran en dos artículos distintos, y lo suficientemente entrelazados para vincularlos entre sí. Ésta es la primera parte. Las reflexiones sobre la construcción de un equipo de Narrative UX están enlazadas al final de este artículo.

Este verano, paseando por el pueblo de Amarante, encontré una frase en portugués escrita en la fachada de un callejón perdido, que venía a decir:

Lo que tenemos por delante siempre es el principio feliz de algo que está por llegar.

La frase — de la escritora Agustina Bessa-Luís— resonó de algún modo en mi cabeza, porque justamente andaba dándole vueltas a si había llegado el momento de pasar a un nuevo «algo» profesional, con un nuevo principio. También me resonó en parte el artículo tan certero de Ana Asuero sobre su cambio laboral, y mi sensación fue que no había mucho más que pensar. Poco después decidí renunciar a mi trabajo en BBVA para desarrollar Tuelfworks, mi propia consultora de diseño y narrativa.

Desde fuera, puede parecer que la clave de nuestras decisiones de cambio reside en un balance frío de lo logrado, lo aportado y lo aprendido, y que con el resultado neto en la mano uno toma una determinación; es muy curioso que la palanca sea, en realidad, algo tan «irracional» como un cúmulo de sensaciones, emociones e intuiciones, con frecuencia aparentemente contradictorias pero que uno sabe hacia dónde apuntan (aunque no quiera reconocerlo). El balance racional, en realidad, llega después, al menos en mi caso.

Cada vez he ido confiando más en mi instinto, y desde que confío más en él me «orienta» mejor; voy identificando con más claridad cuándo he tomado una decisión antes de que a mi conciencia le llegue la noticia.

Lo que da sentido a nuestro propio recorrido profesional somos nosotros mismos, con lo que decidimos hacer, lo que dejamos pasar, nuestros intereses, inquietudes e intuiciones, y las circunstancias que envuelven todo esto.

Cuando no encontramos el modo de integrar alguna parte del recorrido en nuestro discurso hacia los demás, surge la tentación de omitirla, o minimizarla. Pero, ¿es tan importante que los demás lo entiendan? ¿Qué ocurre si no es así? Si hay alguien para quien debe cobrar sentido ese relato personal es para quien lo vive en primera persona, mucho antes que para el resto, y ese sentido puede ser muy distinto de lo que los demás perciban.

Si concebimos nuestro recorrido como una coartada que debe resultar a prueba de fisuras y creíble a ojos de otras personas (de una persona de recursos humanos, de la familia, de los amigos…), nos resulta más complicado identificar las «costuras» que unen algunas piezas de nuestra propia vida. Borja Vilaseca, en su artículo «La espiral de la madurez», dice:

Con la finalidad de encontrar nuestro lugar en el mundo, iniciamos una búsqueda personal que nos abre las puertas a lo nuevo y lo desconocido. De pronto sentimos la necesidad de entrenar el músculo del altruismo, encaminando nuestra existencia hacia el bien común. Así es como surge la motivación de trascendencia. Ya no pensamos en términos de «empleo» o de «carrera profesional». Lo que buscamos es alinearnos con una «misión» que vaya más allá de nosotros mismos.

Me atrae mucho esa idea de tratar de desprendernos del concepto de «carrera profesional» (las propias connotaciones de la palabra «carrera» no son muy atractivas). Esa búsqueda personal de la que habla Borja me ha llevado a seguir profundizando en el camino de combinar diseño y narrativa, esta vez con mi propia consultora, Tuelfworks, para ayudar a otros a construir su forma de contar su propio producto, lo que son y lo que hacen. Además, formaré en narrativa de producto a quien quiera seguir esta senda.

Esta decisión, como cada una de las decisiones precedentes, me ha ido acercando más a mí mismo, a mi modo de ser, de ver las cosas y de hacerlas, sintiéndome cada vez más confiado con cada paso, y buscando esa confianza. Desarrollar un proyecto personal es una fase nueva y, al mismo tiempo, una evolución consecuente con las etapas anteriores.

Veo la vida como ir trazando una línea que conecta una serie de puntos sin aparente criterio, y sólo cuando miras todo en perspectiva empieza a perfilarse una silueta reconocible.

Al final, se van desdibujando las fronteras entre lo personal y profesional, y vas dejándote llevar por la corriente de tu instinto sin dejar de agarrar el timón de tus decisiones. Lo que eres te lleva a lo que quieres hacer, y viceversa, para acabar, no ya encontrando, sino creando tu propio lugar en el mundo.

Para quien quiera continuar con la segunda parte, más pragmática que la primera.

O, ya puestos, ver qué es eso de Tuelfworks

– A Judy, por apoyarme en cada paso que he dado y en los que no he llegado a dar todavía.

 

Imagen de portada: Jean Cocteau.

 
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